En un mundo tan comunicado, las noticias malas proliferan. Con cada mala noticia, hay un tono de reclamo por parte de los narradores de los medios y una consecuencia sutil: señalan a un culpable. Casi siempre es el gobierno, o cualquier otra forma de autoridad. Sin embargo… nadie piensa que parte de la culpa está en si mismo.
«Todos son culpables… menos yo»
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Las excusas: Salvavidas de la Mediocridad
¿Estás usando excusas?
Si sigues esa costumbre, que parece ya haber sentado sus bases en la sociedad… y estás adquiriendo más y más pericia para encontrar las ‘razones’ (excusas) para evitar tomar acción en algo que siempre has querido hacer, estás en serio peligro de trabajar bajo una ilusión.
La oportunidad llama a la puerta… pero no la abre
Hace unas semanas entrevisté a una persona que tenía varios meses desempleada. (En el paro). Me causó muy buena impresión: inteligente, conocedor, dispuesto -me dijo, ‘a hacer lo que sea: es muy urgente para mi’. Debo aclarar que se trata de alguien con una vasta trayectoria como Representante de Ventas (comercial) de grandes compañías. A través de décadas de experiencia y ascensos por su buen desempeño, había hecho una red de contactos que le tenían confianza y opinaban muy bien de él.
‘Bueno’, -le dije. ‘Me parece que tienes una buena oportunidad de reiniciar tu carrera, promoviendo entre tus contactos este producto’. Y le expliqué de que se trataba.
El hombre saltaba de entusiasmo. No solamente le gustó el producto (la línea de productos) sino que, curiosamente, recién había conversado con un antiguo cliente que, ¡vaya casualidad! le comentó la urgencia que tenía sobre un producto similar (debo decir, exactamente igual) al que le estaba describiendo.
Le expliqué cómo serían sus ingresos… y de qué monto. Explotando sus relaciones y trabajando ‘a medio gas’ no solamente ganaría lo que en sus anteriores empleos: lo duplicaría.
La charla terminó en un tono exultante. Mi nuevo amigo se dispuso a visitar a sus antiguos contactos, y regresó a su ciudad de residencia.
Durante la siguiente semana charlamos por Skype e intercambiamos mensajes por email. Me siguió en Facebook, Twitter, Vladeo, Hi5, Linkedin, etc. Me renvió mensajes divertidos, curiosos, amenazantes, advertencias, sugerencias, cadena, oraciones, solicitudes, etc.
En alguna charla me comentó:
‘¿No sería bueno que yo tuviese una página web para promover los productos?’ – y, aunque la propuesta era que los promoviera entre sus valiosos contactos, accedí. Como él no tenía experiencia en el tema, yo levanté el sitio web.
“Me estoy preparando”
‘¿Cómo vas?’
le pregunté. ‘¿Cuál ha sido la reacción de tus clientes?’
‘No he visitado a ninguno’ -Me dijo. ‘Me estoy preparando para no quedar mal’.
Esperé. Comprendí el temor a lo nuevo, al cambio. Dos semanas más.
Ya les llamé… pero están de vacaciones
Fue la siguiente… razón.
Las excusas pueden parecer increíblemente sólidas y razonables, hasta el punto que terminamos creyendo que son verdades absolutas.
Sin embargo, no solamente nos hacen perder las oportunidades sino que tienen el poder de destruir nuestras vidas, si lo permitimos.
Cuando hablamos de todas las cosas que queremos lograr (y además, nos hablamos a nosotros mismos) creamos una poderosa espiral descendiente que reduce las oportunidades de salir adelante, anula la mentalidad de abundancia y disminuye la autoestima.
Terminamos siendo el cascarón de la persona que hubiéramos podido ser.
No lo permitas
¡No dejes que destruyan tu vida! Las excusas son para las personas de voluntad débil que no tienen deseo ni verdadera intención de crecer y desarrollarse. Se han autoconvencido de claudicar en la búsqueda de un estilo de vida que les gustaría tener y no se moverán de esa zona de complacencia a menos que una crisis de enormes proporciones les haga cambiar… o termine por reventarlos.
¿Estás en esta situación?
¿Eres así? o ¿Quisieras ser alguien que se ríe de las limitaciones y enfrenta sus miedos con la cabeza en alto?
Si tienes el hábito de las excusas, y utilizas frases que comienzan con:
- “Es que no puedo . . .”
- “Es que no tengo el talento (o la experiencia, o los conocimientos, o las relaciones) para . . .”
- “Es que no podría soportar . . .”
- “Es que soy demasiado viejo para . . .”
- “Es que estoy muy joven para . . .”
- “Es que no tengo los recursos de dinero para . . .”
- “Es que no tengo cabeza para . . .”
- “Es que no soy bueno para . . .”
- “Es que sería muy difícil hacer . . .”
- “Es que no tengo tiempo para . . .”
- “Es que sería casi imposible para alguien como yo . . .”
¿Cuántas veces has dicho cosas como éstas?
- Son excusas. Simple y llanamente.
Esta es la peor parte: aunque una excusa tenga algo de cierto, como no tener dinero para aprender algo o emprender un negocio – la excusa en sí misma impide que LO INTENTES o que trabajes hacia la meta en alguna forma. Solo porque AÚN no tengas el dinero, el tiempo, el talento, el valor, o lo que sea… no quiere decir que no lo tendrás en el futuro. No quiere decir que no puedes ir guardando hasta que lo tengas, o trabajes poco a poco hasta adquirirlo.
La buena noticia
Si dejas de creer en las excusas, dejan de ser ciertas. Repentinamente. De rayo.
Comenzando por hoy, mira bien tus propias excusas. ¿Son ciertas? o ¿Te has estado engañando porque son más fáciles de adoptar, en vez de dejar de soñar?
Si pones en duda las creencias que te han detenido, a ti y a tus capacidades, te sorprenderás de saber que has sido rehén de tus excusas. Pero como fuiste tú quien las ha creado, tú mismo las puedes desmantelar, paso a paso, una falsa creencia tras otra.
Si lo haces de poco en poco, empiezas a desarrollar una gran fuerza… y un gran poder dentro de ti. Tu vida empezará con una nueva visión y cambiará… de forma que te parecerá milagrosa.
Claro… todo eso será posible si el gobierno lo permite.